18/09/20
Por: NICOLAS LLORENTE.
Email: Neutro-Niko@hotmail.com
Hoy más que nunca son más visibles los abusos y excesos de la policía a nivel nacional. Este fenómeno no es nuevo, sino que ahora la indignación y el repudio es mucho más creciente. Sin embargo, repasemos algunos de los casos más indignantes e insólitos en donde la policía actuó como verdaderos criminales e irónicamente su actuación fue todo lo contrario a su actuación constitucional y a su deber de cuidado y protección de la ciudadanía.
Como olvidar el increíble, repudiable y recordado caso del joven y artista Diego Felipe Becerra, de 17 años que era conocido como «el Grafitero». Murió luego de recibir un disparo por la espalda que provino del arma de dotación de un patrullero de la Policía Metropolitana de Bogotá. Los hechos ocurrieron cuando Diego Felipe estaba pintando grafitis en compañía de dos amigos en el noroccidente de Bogotá y fueron detectados por el uniformado de la Policía Diego Felipe únicamente tenía en su morral pinturas y aerosoles, y así lo demostró el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses. Quien además concluyó que nunca había portado un arma de fuego. El patrullero Wilmer Antonio Alarcón, quien fue condenado a 37 años y seis meses de prisión por este hecho, permanece prófugo de la justicia.
O el reciente y confuso casos aquí mismos en Cartagena en el barrio San Francisco, donde el joven Harold Morales, de 17 años, murió presuntamente por un disparo de un agente policía. Los hechos aún son materia de investigación por las autoridades competentes, sin embargo, aún no hay capturas ni pruebas a la vista. Ojalá no reine la impunidad.
O el estremecedor y bien conocido caso de Dilan Cruz, joven bachiller de 17 años, que participaba pacíficamente en las multitudinarias protestas del año pasado. Los hechos sucedieron como sigue. En la calle 19 con carrera 4, centro de Bogotá, un agente del Esmad disparó una escopeta calibre 12 con munición del tipo ‘bean bag’, bolsa de tela sintética que contiene múltiples perdigones de plomo, contra Dilan Cruz. La munición impactó su cráneo. Dilan murió dos días después en el Hospital Universitario San Ignacio. Según Medicina Legal, su muerte fue debido a un trauma craneoencefálico penetrante, ocasionado por el impacto de un «arma no letal». Meses después del asesinato poco o nada ha avanzado el caso.
O el impactante y reciente caso de Javier Ordoñez, abogado y padre de 2 hijos de 11 y 15 años, ocurrido en la noche del 8 de septiembre. En el que miembros de la Policía Nacional lo agredieron brutalmente y torturaron con pistola TASER. Javier Ordóñez, murió horas más tarde en un hospital cercano. Esto desencadenó una serie de protestas y disturbios en Bogotá.
Sin embargo, lo que aconteció la noche 9 y 10 de septiembre siguiente en la capital de la república se queda corta con la actuación y la conducta policial absolutamente criminal y despreciable. Muy similar a las S.A. la policía política de los nazis, desatada por los policías armados hasta los dientes y abriendo fuego deliberadamente contra jóvenes indignados y desarmados. Un verdadero golpe de estado y desobediencia a los lineamientos de la alcaldesa Claudia López. El resultado y el balance de la noche de terror fue 10 muertos y 400 heridos, una auténtica masacre de jóvenes indefensos e indignados.
Desde el gobierno nacional, apenas se disculparon por el asesinato del abogado Javier Ordoñez. Pálidamente y tímidamente dejando un sin sabor y poca solidaridad con las víctimas de tan terrorífico hecho. Sin embargo, repasando la actuación de la policía el 8 ,9 y 10 de septiembre, me lleva directamente a mis clases de derecho policivo cuando era un joven estudiante de derecho en donde aprendí precisamente todo lo contrario a la actuación criminal y violenta de la policía.
Dejando más dudas que respuestas, queda claro que es hora de una reforma estructural a la policía. Sin embargo, las fuerzas de la extrema derecha y el gobierno tildan de vándalos y de pertenecer a células anarquistas y de extrema izquierda a los jóvenes cansados y aturdidos de tanto abuso y maltrato por parte de los que deberían proteger y cuidar a capa y espada a la ciudadanía. Ya que comen gracias a los impuestos de todos nosotros. No hay duda que vivimos tiempos turbulentos con un gobierno apático y poco solidario con los jóvenes y en auténtico estado policíaco.