08/07/2021
Insta : @nicogllor
Parecía difícil la tarea, quien se ha asomado por los libros de historia del país la hubiera considerado imposible, con tantos presidentes mediocres que ha tenido la república a lo largo de sus 200 años de existencia, con tanto demagogo e incompetente que ha ocupado el palacio presidencial, parecía muy improbable que alguien estuviese por debajo del umbral de esos méritos limitados y modestos.
A su trayectoria académica y laboral gris e intrascendente vino a sumársele el descontento generalizado de todo un país. Un sondeo reciente de Datexco (encuesta Pulso País) muestra que la aprobación del presidente de la República tan sólo llega al 16%, y no puede uno dejar de preguntarse por las hordas obscuras del país de donde proviene ese ciego porcentaje.
Es verdad que ha habido problemas que han dificultado su labor de gobierno (la pandemia, claro), pero no es menos cierto que la respuesta no ha estado a la altura de las circunstancias (y que no ha golpeado sólo a Colombia). Al descontento que ya se respiraba en el país hacia finales del año 2019, cuando vino una primera ola de protestas nacionales, en lugar de buscar solución a los reclamos pretendieron acallarlos con una cuarentena que duró varios meses.
Cuando los ciudadanos pudieron salir a las calles a buscar esa normalidad que habían perdido resultó notorio que el Gobierno no había procurado, en medio de esos largos meses, alternativas que ayudaran a mitigar los problemas (digo mitigar, pues no fueron capaces de solucionar ninguno).
El resultado hoy no puede ser más preocupante. El país tiene un desempleo de más de 15% a mayo de 2021, casi cuatro millones de personas cayeron en la pobreza entre el 2019 y abril de 2021, siete millones y medio de colombianos apenas alcanzan en su dieta las calorías de una comida al día (cifras tomadas del DANE) … Y la pandemia muestra su cara más atroz: Colombia es hoy el país de Hispanoamérica con mayor número de muertos por millón de habitantes (por encima de Brasil, que había liderado la triste tabla y que no impuso cuarentenas estrictas).
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En términos absolutos es el segundo país del mundo con mayor número de muertos por causa del COVID-19, tan sólo detrás de India (un país de casi 1.400 millones de habitantes).
Con todo, lo más grave, a mi juicio, es la fractura social que en los últimos tiempos se ha gestado en el país y que encuentra cruda expresión en las calles (los episodios recientes de Cali son manifestación de esa fractura y son sólo una muestra). Hasta no hace mucho Colombia estuvo unida en el dolor y la tristeza de ver morir a tantos conciudadanos por causa de la guerra. Había un enemigo común que nos hermanaba a todos en el temor y la desdicha: los grupos al margen de la ley. Tras un acuerdo, lleno de dificultades, sí, pero que buscaba pasar una página atroz de la historia del país, este Gobierno se dedicó a pisotear la paz, que en toda sociedad es frágil y debe cuidarse y cultivarse. Se fue al traste la unidad que ese enemigo común había fraguado.