29/04/2021
Por : Nicolas Llorente
Email: Neutro-Niko@hotmail.com
Sin duda alguna, el 28 de abril del 2021 quedará para la historia, la posteridad y la memoria de todos los colombianos y ciudadanos que asistimos, más los que contemplaron la protesta del 28A. Dicho acontecimiento dejó claro el descontento masivo y mayoritario de la ciudadanía y el pueblo colombiano, contra el ya desgastado y mediocre gobierno de Iván Duque, ya a todas luces y sin miedo a decirlo: un gobierno mentiroso, hipócrita, descarado y absolutamente cínico; que engañó a sus propios electores y traicionó a una minoría que defendía a capa y espada el nefasto mandato y que hoy, abre los ojos al fin, ante semejante atraco a mano armada a la clase media, a los trabajadores, pensionados, y demás golpeados por la indignante reforma tributaria.
La reforma tributaria está encabezada por el Dúo Dinámico y Sínico: el ministro y evasor de impuestos, Carrasquilla y el indolente títere sin cabeza, Iván Duque Márquez. Ambos, antagonistas, capoteando a las malas una reforma diabólica y siniestra que desde las sombras dirige el propio Uribe. Quien juega cínicamente a ser el policía bueno, cuando todos saben ya a qué juega él. Fundido y sepultado en las encuestas, desprestigiado completamente; hasta imputado con juez propio en la fiscalía como bunker personalizado y auxilio a sus propios torcidos y pecados, que cada vez, menos le van creyendo sus electores y afines al centro burocrático, o más bien: centro del cinismo.
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Sin duda alguna, este gobierno abiertamente autoritario, mediocre y mentiroso, tiene las horas contadas ya por el calendario electoral y el desgaste absoluto de su administración, mala gestión de la pandemia, mala estrategia del plan de vacunación y la reactivación económica que nació abortada. Ahora muestran los dientes con la reforma tributaria, justo en el tercer pico de la pandemia, donde el hambre, la miseria y el miedo están al orden del día, no le atina ni una este miserable gobierno títere. Sin embargo, mucho se dijo del paro: que no sería masivo, que nadie iría, que iba a ser peligroso y todo tipo de miedos infundados; pero la indignación superó al miedo, se convocó a la protesta y el paro nacional el 28 de abril, en diferentes ciudades y plazas públicas en todo Colombia, dejó claro que la resistencia y la protestas nacidas en el 2019 siguen vivas, que sólo se pausaron por el inicio de la emergencia sanitaria a inicios del 2020. A pesar del riesgo a las multitudes y el contagio, la gente salió a la lucha masivamente y sin miedo, para notificarle al gobierno inepto, qué tipo de ciudadanía está en las calles: la misma que está mamada del atraco, del robo, de las tantas injusticias y desmanes, de la realidad del país y de las múltiples razones que los obligan a alzar la voz sin temor. Muchos decidieron quedarse para evitar contagios, hubo de cuanta excusa para abstenerse de asistir; pero debo felicitar a mis amigos y amigas que iban por primera vez o que ya habían salido antes. Los que definitivamente no pudieron ir nos acompañaron en espíritu y alma en el paro nacional, cada día me sorprende más la sociedad cartagenera joven, preocupada por los destinos de su país, su valentía hacerse oír sin miedo a nada.
El 28A, fue un día inolvidable lleno de paz, alegría, indignación y descontento generalizado de los ciudadanos golpeados por tanta ineptitud e incapacidad, por la falta de gobierno y alcaldía. Varias cosas curiosas sucedieron antes, durante y después de la protesta; antes de, se propagó el miedo y las mentiras para evitar que se asistiera masivamente, gracias a la derecha, los medios propagandísticos de siempre y algún influencer mal informado, pero la cereza del pastel fue el acto del tribunal de Cundinamarca: pretendía aplazar la protesta y evitar el derecho de todos los ciudadanos a manifestarse pacíficamente, lo cual se convirtió en más gasolina al fuego de la indignación pacífica e impulsó a la ciudadanía a salir masivamente. Durante la protesta se evidenció una multitud llena de alegrías, paz, unidad y mucha compañía; personalmente durante la protesta fue una experiencia mágica, apenas cargaba una sombrilla, agua potable, mucha, mucha indignación y valor. Me acompañaron colegas, amigos, profesores, conocidos, hasta ex novias y de cuanto amigo virtual que vi rápidamente y sigilosamente. En la protesta, también se vio pasar al Salvador de Cartagena y alcalde de la ciudad William Dau, que la noche antes anunciaba que retiraría los permisos de los gremios y protestante a salir y que invitaba a la gente a quedarse en casa. Fue con su espíritu oportunista y populista a decir que apoyaba la protesta y contrariaba la reforma tributaria, cuando los hechos han demostrado que el sería amigo y aliado del gobierno y el centro democrático ¡cuánta doble moral de parte del papa de los cartageneros! Pero poco, a poco la gente se va dando cuenta quién es el verdadero Dau. Sin embargo, se vio a varios funcionarios de su gobierno sindicalistas, líderes, trabajadores estudiantes maestros, jóvenes, viejos, pensionados y desempleados que salieron y alzaron la voz.
Queda notificado al gobierno nacional y queda notificado a las fuerzas que se resisten al cambio. También queda claro que sin lucha colectiva y ciudadana no persistimos en las calles, mantengamos la lucha y el paro nacional, pues el gobierno se mantendrá terco, impiadoso y empecinado en tramitar su nefasta reforma tributaria que debe caer. Aún queda un largo camino hasta el 2022, sin embargo, las fuerzas alternativas van ganando mucha más solidez; el paro nacional debe revivir, potenciarse, persistir y resistir. Invito a todos a salir, a tomarse las calles pacíficamente y cambiar juntos el país; la lucha es dura, agria y dolorosa, pero todos y las futuras generaciones merecen un mejor país del que recibimos. Es hora del cambio, seguiremos en pie de lucha ¡VIVA EL PARO NACIONAL!